La Espirulina, un tesoro por descubrir.

Artículo publicado en el Journal de Québec, marzo de 2012
Por Imane Lahlou, N.D., Ph.D
Dra. en Ciencias y Tecnología de los Alimentos y Naturópata, autora y conferenciante.

La naturaleza nos ofrece tesoros para alimentar nuestro cuerpo. Cada alimento fresco y vivo es, en sí mismo, una sinergia de nutrientes y micronutrientes que contribuyen a nuestra salud y bienestar. Entre los maravillosos tesoros de la naturaleza, la espirulina es un alimento que vale la pena descubrir e integrar en nuestra dieta. Consumida por los aztecas y los mayas, la espirulina ha existido durante más de tres mil millones de años. Este alimento ancestral pertenece a la familia de las cianobacterias, un microalga espiral de color azul-verde. La espirulina crece naturalmente alrededor del mundo, en lagos saturados de materia orgánica y de soda. En su entorno natural, esta pequeña perla acuática se alimenta exclusivamente de minerales inorgánicos y se reproduce en este entorno químico extremadamente exigente a temperaturas superiores a 30 grados Celsius. Los incas recolectaban la espirulina de los lagos y la exponían al sol y al aire puro y seco de la cordillera de los Andes. De hecho, la energía solar y las temperaturas cercanas a los 40 grados Celsius favorecen la fotosíntesis, un proceso bioenergético que permite sintetizar materia orgánica a partir del carbono mineral. Por lo tanto, la exposición al sol optimiza la concentración y preservación de los nutrientes y micronutrientes presentes en la espirulina.

La calidad de la espirulina está íntimamente relacionada con su entorno de crecimiento y los procesos tecnológicos utilizados para su secado y conservación. En Chad, la espirulina sigue siendo recolectada y consumida hoy en día como alimento por los habitantes de este país. Las primeras cosechas procedentes del lago Texcoco en México marcaron, a principios de la década de 1970, el inicio de la comercialización de la espirulina en todo el mundo. La expansión de la ciudad de México, la contaminación y el escurrimiento agrícola contaminaron rápidamente los cultivos de espirulina en las orillas de este lago, marcando así el declive de la producción mexicana. Desde entonces, se han desarrollado varias culturas en China, África, Vietnam, Perú, India, California y Hawái.

La espirulina Gandalf cultivada bajo el cálido y flamante sol de Hawái se distingue por su pureza y su excepcional riqueza en nutrientes y fitonutrientes. En efecto, la espirulina hawaiana Gandalf crece en una mezcla de agua dulce, 10% de la cual proviene de aguas marinas extraídas a más de 600 metros de profundidad. Mientras que la mayoría de los cultivos en el mundo utilizan agua de río o de riego, las instalaciones hawaianas utilizan agua potable. El entorno puro de Hawái permite producir espirulina que contiene cantidades ínfimas de contaminantes y metales pesados. De hecho, las algas son conocidas por su afinidad química con los metales pesados. Varias algas actualmente en el mercado contienen más de 5,0 ppm de plomo, mientras que la de Hawái contiene menos de 2,0 ppm. La empresa, en funcionamiento desde 1983, produce espirulina pura, no irradiada, sin pesticidas, herbicidas ni OMG, cumpliendo así con las "Buenas Prácticas de Fabricación" (BPF) de la Asociación de Productos Naturales (NPA).

Además de su pureza, la espirulina Gandalf se distingue por su excepcional perfil nutricional. Solo unos pocos gramos de espirulina proporcionan una cantidad fenomenal de nutrientes y micronutrientes. Su riqueza en minerales y oligoelementos (especialmente calcio, hierro, fósforo, magnesio, zinc, cobre, manganeso, cromo, sodio, potasio y selenio) la convierte en una valiosa aliada para restablecer y mantener la alcalinidad de nuestro metabolismo. La hiperacidez metabólica crea un terreno propicio para la fatiga, la inflamación, los calambres, la rigidez muscular, la artritis, la artrosis, la osteoporosis, las infecciones, el eczema, la psoriasis, la gota, las caries, el cáncer y la degeneración celular. Por lo tanto, un consumo regular de espirulina Gandalf contribuye a mineralizar nuestro metabolismo y promueve el retorno al equilibrio y la curación.

Además de minerales y oligoelementos, la espirulina Gandalf es también una excelente fuente de enzimas, aminoácidos, vitaminas, ácido gamma-linolénico, fitonutrientes y antioxidantes. Ayuda a purificar el cuerpo (eliminación de toxinas y metales pesados), equilibrar la glucemia (minerales, oligoelementos y alto contenido de aminoácidos) y proporciona valiosos compuestos para apoyar el páncreas, el hígado, los riñones, el sistema nervioso, el sistema inmunológico y los ojos. De hecho, la espirulina Gandalf se distingue por su excepcional riqueza en clorofila, beta-caroteno (para el sistema inmunológico y la salud de la piel), zeaxantina (para la salud de los ojos y el cerebro) y ficocianina (un antioxidante que contribuye a la salud del hígado y los riñones).

Para preservar la integridad de los valiosos nutrientes y micronutrientes que confieren a la espirulina su excepcional perfil nutricional, es importante utilizar un proceso de secado que prevenga la oxidación de los elementos nutritivos y un empaque que actúe como barrera contra la humedad, el oxígeno y la luz. La espirulina Gandalf, secada en un entorno libre de oxígeno (menos del 1%), se conserva en una bolsa laminada multicapa (con una lámina metálica integrada entre dos capas de plástico), lo que asegura una protección óptima de las propiedades terapéuticas de la espirulina hawaiana.

La espirulina Gandalf se puede agregar a un jugo de frutas, a un jugo de verduras frescas o a un batido verde. Te invito a descubrir esta pequeña perla acuática hawaiana que iluminará tus días y te cautivará con su suave sabor y sus maravillosas virtudes energizantes y terapéuticas.

Imane Lahlou, N.D., Ph. D.
Doctora en Ciencias y Tecnología de los Alimentos y Naturópata
Autora y conferenciante
www.imanelahlou.com

Autora del libro "Le Plaisir et la Santé dans la même assiette"
Edición Du Sommet
27 de marzo de 2012